Actress Antonia Giesen HD Instagram Photos and Wallpapers September 2024

No será tan fácil compartirte, porque con justa razón quieres tú mostrar lo que tú quieres mostrar de ti. Y bueno de eso se trata la identidad/la existencia. Construir identidad es de las cosas más difíciles y dolorosas, con esto quiero decir que vivir no es nada asunto de cobardes, bueno, tampoco de valientes, digo, medio que todo se trata de eso, el amor, la política, el sufrimiento, de ahí por eso la neurosis; temerle a la muerte, la pregunta por el vínculo, miedo a perder la cordura, entre otras cosas. Y de ahí por eso diversos trastornos mentales, malestares y goces de la vida humana. Tu identidad hijo, tú la defines, dentro de lo que no puedes decidir tú, sino tu contexto, pero tú dices de ti lo que quieras decir de ti, ahora, yo puedo regocijarme en el lodo de baba, nostalgia y perdición para decir que me deslumbra cómo estás, que me pierdo en tu sabiduría. Que me ha costado confiar. Confiar, que acto más difícil más aún en estos tiempos, confiar en ti y confiar en que el mundo te hará daño en una cantidad precisa para no estropearte, y que haga posible toda terquedad y lucidez para construir la identidad que más te acomode. A propósito de identidades, yo no sabía lo mucho que marcabas la mía, obvio que sabía que ya no podía pensarme sin ti, sin embargo, qué estructuralmente extraño es soltarte aún más, para darle riendas sueltas a esa adolescencia arrasadora, a esa mixtura de hormonas y anhelos fascinantes y ansiosos. Me gusta la adolescencia, a diferencia de otras personas, a mi definitivamente me cae muy bien la adolescencia. Ese letargo que me asusta porque nunca fui esa adolescente, pero donde también convive la búsqueda, la capacidad de asombro, la euforia, aunque esa oscilación a momentos sea un poco delirante. Me gusta lo implicada y sentida que es. Nada más enserio y urgente que la adolescencia. Esta es una vuelta algo divagadora para decirte que te extraño, adolescente preferido.

No será tan fácil compartirte, porque con justa razón quieres tú mostrar lo que tú quieres mostrar de ti. Y bueno de eso se trata la identidad/la existencia. Construir identidad es de las cosas más difíciles y dolorosas, con esto quiero decir que vivir no es nada asunto de cobardes, bueno, tampoco de valientes, digo, medio que todo se trata de eso, el amor, la política, el sufrimiento, de ahí por eso la neurosis; temerle a la muerte, la pregunta por el vínculo, miedo a perder la cordura, entre otras cosas. Y de ahí por eso diversos trastornos mentales, malestares y goces de la vida humana. Tu identidad hijo, tú la defines, dentro de lo que no puedes decidir tú, sino tu contexto, pero tú dices de ti lo que quieras decir de ti, ahora, yo puedo regocijarme en el lodo de baba, nostalgia y perdición para decir que me deslumbra cómo estás, que me pierdo en tu sabiduría. Que me ha costado confiar. Confiar, que acto más difícil más aún en estos tiempos, confiar en ti y confiar en que el mundo te hará daño en una cantidad precisa para no estropearte, y que haga posible toda terquedad y lucidez para construir la identidad que más te acomode. A propósito de identidades, yo no sabía lo mucho que marcabas la mía, obvio que sabía que ya no podía pensarme sin ti, sin embargo, qué estructuralmente extraño es soltarte aún más, para darle riendas sueltas a esa adolescencia arrasadora, a esa mixtura de hormonas y anhelos fascinantes y ansiosos. Me gusta la adolescencia, a diferencia de otras personas, a mi definitivamente me cae muy bien la adolescencia. Ese letargo que me asusta porque nunca fui esa adolescente, pero donde también convive la búsqueda, la capacidad de asombro, la euforia, aunque esa oscilación a momentos sea un poco delirante. Me gusta lo implicada y sentida que es. Nada más enserio y urgente que la adolescencia. Esta es una vuelta algo divagadora para decirte que te extraño, adolescente preferido.

No será tan fácil compartirte, porque con justa razón quieres tú mostrar lo que tú quieres mostrar de ti. Y bueno de eso se trata la identidad/la existencia. Construir identidad es de las cosas más difíciles y dolorosas, con esto quiero decir que vivir no es nada asunto de cobardes, bueno, tampoco de valientes, digo, medio que todo se trata de eso, el amor, la política, el sufrimiento, de ahí por eso la neurosis; temerle a la muerte, la pregunta por el vínculo, miedo a perder la cordura, entre otras cosas. Y de ahí por eso diversos trastornos mentales, malestares y goces de la vida humana. Tu identidad hijo, tú la defines, dentro de lo que no puedes decidir tú, sino tu contexto, pero tú dices de ti lo que quieras decir de ti, ahora, yo puedo regocijarme en el lodo de baba, nostalgia y perdición para decir que me deslumbra cómo estás, que me pierdo en tu sabiduría. Que me ha costado confiar. Confiar, que acto más difícil más aún en estos tiempos, confiar en ti y confiar en que el mundo te hará daño en una cantidad precisa para no estropearte, y que haga posible toda terquedad y lucidez para construir la identidad que más te acomode. A propósito de identidades, yo no sabía lo mucho que marcabas la mía, obvio que sabía que ya no podía pensarme sin ti, sin embargo, qué estructuralmente extraño es soltarte aún más, para darle riendas sueltas a esa adolescencia arrasadora, a esa mixtura de hormonas y anhelos fascinantes y ansiosos. Me gusta la adolescencia, a diferencia de otras personas, a mi definitivamente me cae muy bien la adolescencia. Ese letargo que me asusta porque nunca fui esa adolescente, pero donde también convive la búsqueda, la capacidad de asombro, la euforia, aunque esa oscilación a momentos sea un poco delirante. Me gusta lo implicada y sentida que es. Nada más enserio y urgente que la adolescencia. Esta es una vuelta algo divagadora para decirte que te extraño, adolescente preferido.

No será tan fácil compartirte, porque con justa razón quieres tú mostrar lo que tú quieres mostrar de ti. Y bueno de eso se trata la identidad/la existencia. Construir identidad es de las cosas más difíciles y dolorosas, con esto quiero decir que vivir no es nada asunto de cobardes, bueno, tampoco de valientes, digo, medio que todo se trata de eso, el amor, la política, el sufrimiento, de ahí por eso la neurosis; temerle a la muerte, la pregunta por el vínculo, miedo a perder la cordura, entre otras cosas. Y de ahí por eso diversos trastornos mentales, malestares y goces de la vida humana. Tu identidad hijo, tú la defines, dentro de lo que no puedes decidir tú, sino tu contexto, pero tú dices de ti lo que quieras decir de ti, ahora, yo puedo regocijarme en el lodo de baba, nostalgia y perdición para decir que me deslumbra cómo estás, que me pierdo en tu sabiduría. Que me ha costado confiar. Confiar, que acto más difícil más aún en estos tiempos, confiar en ti y confiar en que el mundo te hará daño en una cantidad precisa para no estropearte, y que haga posible toda terquedad y lucidez para construir la identidad que más te acomode. A propósito de identidades, yo no sabía lo mucho que marcabas la mía, obvio que sabía que ya no podía pensarme sin ti, sin embargo, qué estructuralmente extraño es soltarte aún más, para darle riendas sueltas a esa adolescencia arrasadora, a esa mixtura de hormonas y anhelos fascinantes y ansiosos. Me gusta la adolescencia, a diferencia de otras personas, a mi definitivamente me cae muy bien la adolescencia. Ese letargo que me asusta porque nunca fui esa adolescente, pero donde también convive la búsqueda, la capacidad de asombro, la euforia, aunque esa oscilación a momentos sea un poco delirante. Me gusta lo implicada y sentida que es. Nada más enserio y urgente que la adolescencia. Esta es una vuelta algo divagadora para decirte que te extraño, adolescente preferido.

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